jueves, 28 de abril de 2016

Feria de Youtubers



El pasado sábado 23 de abril, la Feria del Libro de Bogotá tuvo un componente que literalmente desbordó su capacidad. Las taquillas de Corferias tuvieron que cerrar a las 12:00 m. por que miles de jóvenes y niños ya habían comprado todas las boletas.

Y es que este año la FILBO batió records de asistencia. Con escritores de la talla de Abilio Estévez, de Cuba, la Premio Nobel, 2015, Svetlana Alexievich, Ricardo Romero, y hasta Fernando Vallejo con su habitual diatriba contra todo, la feria presentaba un verdadero cartel de lujo. Sin embargo, la razón para tanto alboroto no era que estos escritores invitados se hubieran convertido en rock stars, o que estuvieran obsequiando libros. No. El motivo era la presentación de GermánGarmendia, un youtuber chileno de fama continental, quien con sus 27 millones de seguidores en Youtube tenía enloquecidos a los jóvenes bogotanos, esperando que les firmara su libro “Chupa el perro”. Por ésta razón fue que cientos de personas se quedaron por fuera, tanto quienes querían entrar a ver al reconocido youtuber, como quienes iban a escuchar a los afamados escritores participantes de la feria.

Esto ha generado diversas reacciones desde diferentes ópticas. Para algunos es simplemente una manifestación más de la fuerza que tienen las redes sociales y su impacto en los jóvenes. Una nueva forma de comunicación que rompe todas las formas tradicionales. Para otros es la degradación de la cultura que tanto pregonan Umberto Eco y Vargas Llosa. Desde esta óptica, escuchemos lo que dice Eco:

“La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promocionado al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”.

Vargas Llosa por su parte se pregunta si de verdad estamos siendo más inteligentes debido a las facilidades que nos ofrece Internet para acceder a información. Se pregunta Vargas Llosa si "más información es más conocimiento" y remata lapidariamente: "Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos"

A esto se suma La Acida Crítica de Don Diego Norea, @Don_DiegoNorea un tuitero que además escribre en KIENYKE, en su columna se va con toda contra los youtubers y dice: 


Son, como casi todos los famosos, insípidos. Su gracia radica en tener un celular de alta gama, un peluqueado mal hecho, y un discurso pobre: Hablan de amor, de bigotes y la forma de afeitarlo, de espíritus, de animales, de colores, de piojos…de todo, pero al mismo tiempo de nada.


Otro que se despachó contra los Youtubers fue el escritor Nadaista Eduardo Escobar en su columna de El Tiempo: 



Al principio me alegró la multitud haciendo cola en la puerta de la feria. Y tuve la ilusión pasajera de que el país mejora. Pero alguien me dijo que la montonera era para ver al bufón de marras, no para comprar el libro sobre los números de Stephen Hawking ni un texto de Giorgio Agamben. Y me pareció espeluznante…

Y termina diciendo: 

…No es solo cuestión de torcer los ojos como los enfermos mentales. A pesar de todo, el youtuber tiene millones de seguidores en las redes. Un éxito sintomático de la crisis de la inteligencia en el siglo XXI.



En la otra orilla están quienes consideran a los youtubers, y en general a las redes sociales, como las nuevas ventanas de comunicación de masas. Ventanas que tienen alta penetración donde antes llegaba sólo la gran prensa, la Tv o la radio. Como dice Germán Manga en su columna de Semana:

Estamos inmersos en la revolución móvil y en la era del “social media”  en las cuales el teléfono se convierte en lo más importante de la vida de la gente y donde las nuevas formas de comunicarse  están transformando la educación, la política, el comercio, la economía, el periodismo, el entretenimiento, el gobierno, la seguridad, la ciencia, la medicina… casi todas las actividades humanas.

Remata su artículo haciéndole un llamado a quienes creen estar por encima del bien y del mal intelectualmente hablando:

Por todo eso, contra las pacatas y provincianas protestas que han lanzado  algunos intelectuales, intelectualoides y pseudo intelectuales –la aburrida y pomposa farándula del libro- tras lo sucedido en Bogotá, hay que tomar muy en serio todo lo que encierra y significa el “fenómeno Germán”. Y en lo que respecta a las letras, celebrar sin reservas que un libro -cualquiera que sea- encienda tan intensamente como lo hace “Chupa el Perro”  el interés de los jóvenes. Es una noticia extraordinaria para la literatura porque aporta señales valiosas a las empresas y a los editores, en los últimos tiempos tan ávidos de ideas, acerca de hacia dónde se dirige en realidad la dinámica de la comunicación en el mundo de hoy.  

Por otro lado, en un artículo publicado en El Colombiano hace varios días, se entrevista al experto en televisión, Omar Rios, quien dice lo siguiente:

Con la irrupción de YouTube en el “ecosistema de pantallas” (televisor, celular, computador, cine), se ha diversificado la forma de consumir contenidos audiovisuales. “Con YouTube el programador murió, ahora quien elige qué ver es el usuario”, afirma Rincón y resalta que la televisión también ha avanzado en este sentido, permitiendo guardar y grabar programas, por ejemplo.

El fenómeno Youtubers es innegable en este ámbito de la Web 2.0. Pues Youtube es la punta de lanza de todas las demás redes sociales que constantemente están bombardeando con sus contenido de todo tipo. Vale decir que casi todos los youtubers además mantienen cuentas en Facebook, Twitter, Blogger o Instagram.

 
ILUSTRACIÓN ELENA OSPINA

Como todos sabemos en la web 2.0 el dueño del contenido es el usuario, además conocemos que su margen de penetración es inmenso. Desde el punto de vista que nos interesa a las Bibliotecas, como entidades que apoyan la formación y el desarrollo cultural, estos fenómenos deben mirarse con detenimiento y mucho estudio, para poderlos entender y responder de manera acertada.

Decir de un plumazo que lo que allí aparece es para retrasados mentales es una reacción tan descalificadora como irracional. Además que no aporta nada a la solución del problema. Pedirle a un joven de 14 o 17 años que se tome la vida tan seriamente como uno de 30 o como se la toma Umberto Eco o Vargas Llosa, eso sí es un verdadero sinsentido. 

Las Bibliotecas debemos continuar siendo la opción para que los jóvenes fortalezcan su bagaje académico y cultural. Mostrarnos como la otra oportunidad de ingresar al mundo de lo valioso y trascendente. Sin descartar de plano esas otras opciones que tienen un fuerte componente comercial, debemos buscar a través de la formación de usuarios (DHI) y de ofrecer alternativas de alta calidad, cambiar esta situación, aprovechar esos canales y subvertirla en favor de una mejor formación de nuestros usuarios.

Entender cómo es que funcionan estas tendencias y qué provecho podemos sacar de ellas es fundamental. Por ejemplo la Fundación Germán Sánchez Ruiperez ofrece un Taller de Booktubers el cual sería una muy buena alternativa para competir con calidad a esas otras opciones existentes.

Igualmente nuestra presencia en las redes sociales debe ser permanente, ofreciendo, no sólo servicios sino además promocionando la lectura, los libros, los programas y todo eso que las Bibliotecas sabemos hacer tan bien.






En la UAO también tenemos jóvenes que se dedican a publicar sus puntos de vista y experiencias a través de Youtube. 






OTRAS OPCIONES EN LA RED




Una youtuber de libros bastante reconocida en el país es Juliana Zapata quien habla de los libros que está leyendo, de su biblioteca, de autores, etc. Le encantan las sagas y la verdad es poco lo que aporta desde un análisis netamente literario, sin embargo habla de lo que a nosotros tanto nos interesa: libros. Y eso ya es bastante. Tiene 58.000 seguidores, aunque comparado con las grandes estrellas del medio, apenas es una principiante, vale la pena apoyarla.

Los 10 Los diez ‘youtubers’ más exitosos de Colombia:

1. Juan Pablo Jaramillo con 1,282,987 suscriptores.
2. Sebastián Villalobos con 1,224,808 suscriptores.
3. Paula Galindo con 816,731 suscriptores.
4. Nicolás Arrieta con 765,304 suscriptores.
5. Juana Martínez con 691,227 suscriptores.
6. Fausto Murillo con 565,862 suscriptores.
7. Mario Ruíz con 542,614 suscriptores.
8. Sebastián Arango con 534,541 suscriptores.
9. Julio Ríos con 485,960 suscriptores.
10. Internautismo crónico con 344,145 suscriptores.

Como pueden ver, no aparece ningún booktuber en la lista, ni literato, intelectual o representante del "establecimiento" cultural. Vale la pena pensar más y perorar menos.

lunes, 11 de abril de 2016

¿Más información es más conocimiento?






La primera célula eucariótica tardó dos mil millones de años en compartir información con otra célula para dar origen a las primeras sociedades celulares o lo que los científicos consideran como las primeras formas de vida multicelular, el desarrollo del resto de todo el reino animal tomó "apenas" 700 millones de años (Rodolfo Llinás, El cerebro y el mito del yo). 

Tanto en el orden genético y biológico, como en el cotidiano, las especies que mejor han manejado el intercambio de información han sido las más exitosas. Cuando un homínido aprendió a usar un palo como herramienta para tumbar frutas, esa experiencia, que es conocimiento empírico, se vuelve información y puede ser comunicada para que el otro aprenda ese procedimiento y pueda obtener un mejor resultado. 

Así de simple.

Aprendemos de las experiencias de otros para resolver problemas. Ese aprendizaje se hace a través de la información compartida por el experto, es decir quien primero lo aprendió a través de la experiencia. Para compartir esa información el "experto" se puede valer de gestos, signos, palabras o bytes. Nuestro cerebro, que es el órganos más poderoso hasta ahora conocido para procesar, analizar  y transmitir información, recibe la información, la procesa, analiza y almacena, para luego utilizarla y tomar la decisión que más se acomoda a la necesidad del individuo.

Pero la información hoy día no viaja a paso de célula eucariótica si no a la vertiginosa velocidad de la red por fibra óptica. Y con ella, con la información, avanza la sociedad. Cada día estamos expuestos a más y más datos, a más y más información. Hemos construida una sociedad altamente comunicada, usando herramientas que van desde las señas al habla, la escritura, la tabla de arcilla, el papiro, el libro y hoy día las Tics para transmitir información y constituirnos, para bien o para mal, en la especie más exitosa de la tierra.

El cerebro humano, órgano central del sistema nervioso, como se dijo anteriormente, es el órgano más completo para manejar, organizar e interpretar información, hasta ahora conocido. Todos los seres que poseen movimiento, también tienen un sistema nervioso que les permite hacer la misma función, pero ninguno con la complejidad que tiene el del ser humano.


Entender cómo funciona el cerebro es fundamental para entender cómo adquirimos conocimiento. Una de las funciones más asombrosas del cerebro es la memoria, la cual tiene una gran importancia para la consolidación del conocimiento. Esta función está ubicada principalmente en el lóbulo frontal. 

Pero en ésta época de una frenética exposición a información (google, redes sociales, smartphones, etc.) surgen las preguntas ¿cómo afecta nuestro cerebro esta situación? ¿Somos más efectivos e inteligentes por que tenemos más información, o por el contrario, al estar expuestos a más información nos hacemos lentos, perezosos y nuestro cerebro pierde versatilidad?

Esta discusión está desde hace rato en la palestra. Nicholas Carr, Vargas Llosa, entre otros, consideran que la sobre exposición a mucha información impide la concentración y nos hace autómatas que respondemos a un estímulo pero que no hacemos ningún tipo de análisis de lo que recibimos constantemente. La respuesta desde la neurociencia (Facundo Manes) es que desde siempre nos hemos valido de recursos externos a nuestro cerebro para almacenar información: tablas de arcilla, libros y hoy día el computador, dispositivos móviles e Internet. Dice Manes que debemos regular nuestros recursos cognitivos, no para almacenar la información en nuestro cerebro, si no para aprender a acceder a ella de manera oportuna. "Si aprendemos que la capacidad para acceder a un dato esta tan solo a una búsqueda en Google de distancia, decidimos entonces no destinar nuestros recursos cognitivos a recordar la información, sino a cómo acceder a la misma." 


En última instancia lo que importa es el acceso y uso efectivo de información para generar conocimiento y seguir haciendo lo que siempre hemos hecho: Responder de manera adecuada a las exigencias del entorno. Por eso el hecho de que ahora tengamos más información disponible nos obliga a ser más efectivos en saber distinguir las fuentes de información (Libros, revistas, páginas web, bases de datos, etc.) y ser más analíticos y críticos respecto a lo que encontramos en esas fuentes de información.

El siguiente es un fragmento del libro "Usar el cerebro", de Facundo Manes.






¿Qué están haciendo las nuevas tecnologías con nuestro cerebro?
La tensión entre la exaltación y el pesimismo en nuestras sociedades es un fenómeno que se realza frente a las grandes transformaciones de la cultura. Apocalípticos e integrados, como los llamaría Umberto Eco, pugnan por interpretar cualquier novedad de acuerdo con sus expectativas. La invención de Internet generó una de las grandes revoluciones de la historia de la civilización, ya que modificó de cuajo las prácticas de sociabilidad, comunicación y acceso a la información. La sociedad digital se extiende de manera vertiginosa y transforma aspectos fundamentales del ser humano.
 Una de las grandes transformaciones de esta nueva realidad se da a partir de la idea de un presente permanente y de una totalidad abarcable con solo presionar un botón para la navegación por la web (pero podríamos ampliar a la telefonía celular, el e-mail, el chat, el uso de redes sociales, etc.).
Como hemos dicho, existen diferentes tipos de memoria que involucran diferentes áreas cerebrales, siendo el lóbulo frontal el principal motor de búsqueda de nuestro cerebro. Asimismo, esta área del cerebro se asocia con la memoria de trabajo, es decir, con esta capacidad de mantener la información en la mente disponible para su manipulación. El lóbulo frontal es también fundamental para la capacidad de realizar diversas tareas simultáneamente manteniendo en la mente una meta principal y de orden superior. Además, esta área del cerebro está relacionada con nuestra atención, es decir, con la capacidad de focalizar en cierta información a expensas de otra, de cambiar de una a otra o de atender (alternadamente) a dos fuentes de información al mismo tiempo.
Vale preguntarnos entonces qué cambios precisara nuestro cerebro en constante adaptación a partir de que nos enfrentamos a esta nueva manera de procesar la información. Esta situación que promueve el acceso de la información de manera absolutamente distinta a como resultaba hace cincuenta años también moviliza a reflexionar hasta qué punto nuestro cerebro puede sostener esa  estimulación operativa y esas tareas múltiples. No es casualidad que sea entonces el lóbulo frontal el área que ha ganado más espacio en nuestra evolución.
Es importante tener en cuenta que cierta sobreexigencia puede derivar, sobre todo cuando el cerebro está en desarrollo, en un trastorno compulsivo. La persona que transita largas sesiones conectada en detrimento de otras actividades, con necesidad imperiosa de conectarse y gran malestar si no puede, con dificultades para autolimitarse y con efectos nocivos en su estado de ánimo (usualmente depresión y ansiedad), tiene los síntomas más frecuentes de este trastorno adictivo.
Esto no significa que los usos normales de estas tecnologías lleven a esta condición, sino que, por lo general, quienes la padecen son personas que presentan una neurobiología particular que los hace más vulnerables a caer en estas conductas compulsivas.
Borges (otra vez Borges) describió en uno de sus relatos a la de Babel como una biblioteca total e interminable, con una naturaleza informe y caótica, pero que a través de ella el universo estaba justificado, que con ella el universo había usurpado bruscamente las dimensiones ilimitadas de la esperanza. Muchos leyeron esto como una alegoría anticipatoria de Internet. Parece ser que también, cuando se trata de nuevas tecnologías y neurociencias, se debe invocar al maestro.

El efecto Google
Desde hace un tiempo los titulares del mundo se hicieron eco de supuestos efectos amnésicos de Internet, como si Google fuera una maldición en el hipocampo. Como una extraña paradoja, supimos de esto a través de esa misma tecnología acusada de ser promotora de la holgazanería de nuestro cerebro. Podemos referirnos, como ejemplo, a una nota publicada por la columna periódica que escribe Mario Vargas Llosa para el diario La Nación de Buenos Aires. La columna es del sábado 6 de agosto de 2011 y se titula: "Más información, menos conocimiento". Como se ve, la hipótesis es muy clara y contundente desde el título, y con buen tino hace prever el tema que tratará y su desarrollo argumentativo. En el último párrafo de la columna, el premio Nobel peruano dice: "Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos que describe en su libro [se refiere a Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, de Nicholas Carr]". Atendiendo a estas salvedades explicitadas por Vargas Llosa, creemos conveniente poder aportar información sobre ciertas investigaciones que se están realizando desde la neurobiología y, de esta manera, complementar las apreciaciones realizadas.
Lo que sugieren los estudios apocalípticos sobre internet citados en el artículo es que los procesos de la memoria humana se están adaptando a la llegada de nuevas formas de tecnología y comunicación. Y que esta adaptación es perniciosa para el cerebro porque lo libera de un entrenamiento necesario para su buena salud: "Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos", dice Vargas Llosa sintetizando estas posturas. Debemos recordar que, para nuestra evolución, este proceso adaptativo no es novedoso ya que, por ejemplo, hemos aprendido desde tiempos remotos que cuando no sabemos algo podemos preguntarle a otra persona que si lo sabe o, muchos siglos más acá, consultar documentos escritos o bibliotecas para transformar la duda en una certeza. En este caso que refiere Vargas Llosa estamos aprendiendo que es lo que la computadora sabe y cuando debemos acceder a su conocimiento para asistirnos en nuestro propio recuerdo.
En otras circunstancias ya se dio de igual modo la preocupación por las novedades tecnológicas ligadas a la información y el impacto en nuestra mente. Sin embargo, el ser humano aún goza de buena salud. Estos procesos críticos nos permiten, más bien, dar cuenta de un aspecto fundamental de nuestra conformación biológica: la naturaleza limitada de la propia memoria. Como todo bien limitado, actuamos en consecuencia protegiéndolo y  utilizándolo con un sentido de la oportunidad. Si aprendemos que la capacidad para acceder a un dato esta tan solo a una búsqueda en Google de distancia, decidimos entonces no destinar nuestros recursos cognitivos a recordar la información, sino a cómo acceder a la misma.
A diferencia de lo que plantea Vargas Llosa en su artículo (que la inteligencia artificial "soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, sus esclavos", por ejemplo), buscar instintivamente la información en Google es un impulso sano.
Todos hemos utilizado Google para bucear en recuerdos vagos o corregir algún dato inexacto. Sobre este último punto, muchas veces también se desestima la autoridad de los datos extraídos de Internet ya que no es el lugar más confiable para precisiones y exactitudes. ¿Y quién puede decir que si lo es nuestra memoria? Cuando uno experimenta algo, el recuerdo es inestable durante algunas horas, hasta que se fija por la síntesis de proteínas que estabilizan las conexiones sinápticas entre neuronas.
La próxima vez que el estímulo recorra esas vías cerebrales, la estabilización de las conexiones permitirá que la memoria se active. Cuando uno tiene un recuerdo almacenado en su cerebro y se expone a un estímulo que se relaciona con aquel evento, va a reactivar el recuerdo y a volverlo inestable nuevamente por un periodo corto de tiempo, para volver a guardarlo luego y fijarlo nuevamente en un proceso llamado "reconsolidación de la memoria". La evidencia científica indica que cada vez que recuperamos una memoria de un hecho, esta se hace inestable permitiendo la incorporación de nueva información. Cuando almacenamos nuevamente esta memoria contiene  información, adicional al evento original. En otras palabras, muchas veces  aquello que nosotros recordamos no es el acontecimiento exactamente cuál fue en realidad, sino la forma en que fue recordado la última vez que lo trajimos a memoria.
El uso de la web como un banco de la memoria es virtuoso. Nos ahorramos espacio en el disco duro para lo que importa y, en todo caso, al entender a Internet como una red, nos trae a cuenta una información variada, un conjunto de voces frente a las cuales el usuario es soberano. Si un hecho almacenado en forma externa fuese el mismo que un hecho almacenado en nuestra mente, entonces la pérdida de la memoria interna no importaría mucho. Pero el almacenamiento externo y la memoria biológica no son la misma cosa. Cuando formamos, o consolidamos, una memoria personal, también formamos asociaciones entre esa memoria y otros recuerdos que son únicos para nosotros y también indispensables para el desarrollo del conocimiento profundo, es decir el conocimiento conceptual. Las asociaciones, por otra parte, continúan cambiando con el tiempo, a medida que aprendemos más y experimentamos más. La esencia de la memoria personal no son los hechos discretos o experiencias que guardamos en nuestra mente, sino la cohesión que une a todos los hechos y experiencias.
No existe ninguna evidencia científica de que las nuevas tecnologías estén atrofiando nuestra corteza cerebral. Lo que si podemos aseverar es que fue esa misma tecnología la que nos permitió estudiar el cerebro in vivo a través de, por ejemplo, la resonancia magnética funcional, y con ella, conocer más del cerebro en las últimas décadas que en toda la historia de la humanidad. Estas investigaciones nos hicieron posible, además, precisar y tratar ciertas enfermedades neurológicas inabordables hasta hace poco tiempo.
En el clásico Fedro de Platón se cuenta el dialogo que mantuvieron el rey Tamo y Theuth sobre la invención de la escritura. Theuth está exultante por esta novedad que, dice, servirá para aliviar la memoria y ayudar a las dificultades de aprender. El Rey lo refuta diciendo que la escritura "solo producirá el olvido, pues les hará descuidar la memoria; y filiándose en ese extraño auxilio, dejaran a los caracteres materiales el cuidado de reproducir sus recuerdos cuando en el espíritu se hayan borrado". Tampoco la escritura, dice el Rey, será un buen instrumento de las personas para el conocimiento, "pues cuando hayan aprendido muchas cosas sin maestro, se creerán bastante sabios, no siendo en su mayoría sino unos ignorantes presuntuosos". Aquellos argumentos que hacen miles de años justificaban el malestar sobre la escritura, hoy se reiteran con una similitud sorprendente para Internet habiendo virado hacia el lado del bien eso otrora maldito.
Como no lo hicieron la escritura artesanal ni la imprenta, Internet no corroerá los mecanismos eficaces de pensamiento ya que las virtudes de la interacción social siguen siendo centrales para comprender. En un experimento realizado por Patricia Kuhl y colaboradores en Estados Unidos, tres grupos de niños que se criaron escuchando exclusivamente ingles fueron entrenados: un grupo interactuaba con un hablante del idioma chino en vivo; un segundo grupo veía películas del mismo hablante; y el tercer grupo solo lo escuchaba a través de auriculares.  El tiempo de exposición y el contenido fueron idénticos en los tres grupos. Después del entrenamiento el grupo de niños expuesto a la persona china en vivo supo distinguir entre dos sonidos con un rendimiento similar al de un niño nativo chino. Los niños que habían estado expuestos al idioma chino a través del video o de sonidos grabados no aprendieron a distinguir sonidos, y su  rendimiento fue similar al de los niños que no habían recibido entrenamiento alguno. Esto indica que la clave del conocimiento, la memoria y el desarrollo de la especie sigue siendo no lo que el individuo hace consigo mismo ni con la tecnología sino el puente que construye con sus semejantes.

Mario Vargas Llosa dice que después de leer de un tirón Superficial de Nicholas Carr quedo fascinado, asustado y entristecido. Una respuesta desde la neurobiología quizás pueda morigerar esa apesadumbrada sensación. Otra, desde la intuición. En general, las personas siguen conversando sobre sus cosas además de escribir y leer atentamente, y también usan cotidianamente Internet. De hecho no sería extraño ver en un mismo bar de una ciudad como Buenos Aires a dos viejos amigos que conversan efusivamente de la vida, mientras en otra mesa un profesional termina un proyecto en su computadora personal y, en otra, una persona de cualquier edad está encantada leyendo un libro del propio Vargas Llosa.