martes, 28 de mayo de 2013

Alianzas institucionales

A partir de este año, siguiendo las directrices de nuestro plan de desarrollo 2015, hemos establecido diferentes alianzas dentro y fuera de la institución, las cuales han sido muy fructíferas y gratificantes. 

En particular, hoy queremos resaltar la alianza establecida con el Instituto de Idiomas, con quienes, a través de nuestro Club de Cine y Literatura, buscamos fomentar el uso del idioma ingles dentro del campus universitario. Igualmente se buscó ofrecer a los estudiantes otra alternativa de elección, pues dentro de su plan de estudio ellos deben participar en uno de los tres clubes existentes. Esta actividad  contribuyó, tanto en la parte académica, ya que a los estudiantes asistentes se les asignaba una nota por participar en el Club, y a la vez al disfrute del buen cine en el espacio de la Biblioteca.




El Film and Literature Club (FaLC) se lleva a cabo los días miércoles, a las 12:00 m. en el segundo piso de la Biblioteca.

La actividad se trabajó de la siguiente manera por parte de la Biblioteca:

Se seleccionan las películas basada en libros publicados, se organiza el espacio y se publicita la actividad en redes sociales, página de la Biblioteca y otros medios.

El Director del Instituto de Idiomas, designó a la profesora Aura Patricia Ortega para dirigir la actividad de conversación y académica.

A continuación presentamos el listado completo de las películas en el Film and Literature Club para este primer semestre:

Hunter Games => Febrero 06 2013
The lovely Bones => Febrero 13 2013
The Ultimate Gift => Febrero 20 2013
The secret Garden => Febrero 27 2013
Great Expectations => Marzo 06 de 2013
Pay It Forward => Marzo 13 de 2013
Secret Window =>   Marzo 20 de 2013
Constant Gardener => Abril 03 de 2013
Shutter Island =>   Abril 10 de 2013
The lamp => Abril 17 de 2013
Big Fish => Mayo 8, 2013
Bram Stoker's Dracula => Mayo 15, 2013
Bidget Jones´s Diary => Mayo 22, 2013






Queremos agradecer al Director del Instituto de Idiomas, el Dr. Juan Manuel Ardila y a la profesora Aura Patricia Ortega,  así como a todo su equipo de trabajo por su disponibilidad y colaboración. Esperamos seguir contando con su apoyo en ésta y otras actividades.



lunes, 27 de mayo de 2013

La investigación científica

La investigación es una de los pilares de la educación superior. Pensar la educación universitaria sin un componente de investigación, es darle la espalda a su misión formadora y oponerse al desarrollo de la ciencia, desconociéndola como tema de sus enseñanzas. Sin investigación, no hay ciencia y si no hay ciencia, ¿qué se enseñaría en una universidad?

Una de las ‘cinco locomotoras’ del presidente Juan Manuel Santos es la de la innovación, que depende fundamentalmente del nuevo fondo de ciencia y tecnología que creó la reforma a las regalías. En la definición del nuevo sistema de regalías, fue la creación de un Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI). Ese fondo tendrá el 10 por ciento de todas las regalías del país, lo que para 2012 sumó casi 800 mil millones de pesos. Mientras en 2011 Colombia invirtió en investigación y desarrollo un 0,18 por ciento del PIB, según el Observatorio de Ciencia y Tecnología , las cifras  indican que Argentina y México invirtieron el 0,4 por ciento, Alemania el 2,3 por ciento, India y Brasil el 0,9 por ciento y Estados Unidos el 2,7 por ciento. La meta es aprovechar la plata de regalías para doblar la inversión en investigación y desarrollo, y acercar a Colombia a los niveles de inversión de mexicanos y argentinos.


Para mayor información puede consultarse la página del Fondo aquí:

Proyecto de investigación Autónomo viajará hasta Emiratos Árabes

En el PEI, la UAO reconoce la investigación como un proceso de relevancia social en el que la intervención de las personas incide en el desarrollo social y humano y en la sostenibilidad y recreación de la cultura ligadas a la producción de saberes y conocimiento y a las solución de problemas.

El Censei, como el organismo dentro de la UAO, dedicado a seleccionar, adquirir, procesar y poner a disposición recursos de información de calidad, se convierte en un aliado imprescindible para el investigador. Sin información no hay desarrollo de las ciencias, es decir no hay investigación. Para el mejor aprovechamiento de los recursos de información, se requiere desarrollar ciertas habilidades, que en las bibliotecas llamamos Desarrollo de Habilidades de Información, DHI . dentro de este programa estamos desarrollando una capacitación dirigida sólo a investigadores con el objetivo de que fortalezcan estas habilidades.



Mayores informes en la extensión 11206 con Maira Vallejo, Coordinadora de Servicios al Público.








viernes, 24 de mayo de 2013

¡Con toda por la lectura!


Colombia no solo lee apenas 1,9 libros por año, también lee mal

La cifra de consumo cultural revelada por el Dane indica que cada colombiano lee menos de dos libros por año; lo preocupante es que, además de esa cifra desoladora, seis de cada diez estudiantes de este país no entienden lo que leen.


Durante 2012, los colombianos leímos un libro y casi alcanzamos a terminar otro. Casi. Eso es lo que revela el Dane en su más reciente Encuesta de Consumo Cultural. Lo dijo a su modo, claro, a comienzos de mayo: 1,9 libros fue lo que leyó cada habitante de este país.

No son números halagadores. Si echamos una mirada por el vecindario, estamos a kilómetros de distancia del promedio de Chile y Argentina, cuyos habitantes se llevan a casa, de enero a diciembre, hasta cinco libros. Y a años luz de alemanes y noruegos, que llegan a los 17 en ese mismo lapso.

Pero algunos creen que hemos mejorado. En el bando de los optimistas está el Ministerio de Cultura, que se aferra a la Encuesta de Hábitos de Lectura y Consumo de Libros del 2005, según la cual Colombia leía anualmente 1,6 libros. Para el Ministerio, entonces, si hoy hablamos de 1,9 quiere decir que el público lector ha crecido.

La fe, incluso, le alcanza para creer que seguirá en ascenso. En los cálculos de la ministra Mariana Garcés, para 2014 el promedio se acercará a los 3,2.
No son, sin embargo, las mismas cuentas que lleva el Dane: hace solo un par de años, en 2010, la entidad reveló que un colombiano leía 2,23 libros cada 12 meses. Matemática elemental: para el Dane la cantidad de quienes leen se redujo en 2012 en 0,33 puntos.

Lo único en lo que unos y otros están de acuerdo es que no ha variado la edad de la población que aparentemente lee más: se mueve entre los 11 y los 25 años. Entonces, no hay que ser encuestador del Dane ni empleado del Ministerio de Cultura para entender de qué se trata todo, más allá de los números: son más lectores aquellos que están en edad escolar, los que asisten al colegio o a la universidad. Para el Estado —y es aquí donde nace el verdadero debate— un texto de trigonometría, geografía, anatomía o cualquiera otro de uso escolar suma al momento de hacer las cuentas.
Y, si eso es así, ¿qué hay detrás de esa cifra del 1,9 libros per cápita? ¿Qué es lo que realmente leemos los colombianos? Más angustiante aún: ¿acaso sí leemos? ¿Es una crisis exclusiva del libro de papel? ¿El tema va por mejor camino en los formatos digitales?

¿No hay lectores?

La palabra la toma Luis Fernando Afanador, poeta, docente y crítico literario. Habla para decir una verdad que incomoda, que da pena: Colombia no es precisamente un país lector. “Quienes buscan libros por placer —reflexiona— son una inmensa minoría. Y suena a consuelo que nos digan que la población que más lee la conforman los muchachos que estudian porque los libros que ellos consumen son los que por obligación deben consultar para hacer sus tareas”.

Es una certeza que preocupa a Enrique González, presidente de la Cámara Colombiana del Libro. “El principal reto de la industria editorial, más que el libro electrónico, como muchos imaginan, es la falta de lectores. No habla muy bien de un país que sus habitantes lean solo un par de libros por año, entre ellos libros escolares. Muchos aún no entienden que cuando la gente lee más, rinde más en el estudio, es más competente en su trabajo y se comporta mejor en sociedad”.

Afanador, por su parte, sustenta la poca cultura lectora que tiene Colombia en una pregunta que él mismo se responde: “¿Cuáles son nuestros ‘bestsellers’, los que las editoriales y librerías promueven como libros más vendidos? Pues esos que venden apenas 2.500 ejemplares de una misma edición. Eso es ridículo”.

Fue lo que sucedió con ‘Memorias por correspondencia’ —editado por Laguna Libros—, una conmovedora recopilación de 23 cartas que Emma Reyes, pintora colombiana que vivió en Francia y murió en 2003, le escribiera a su amigo Germán Arciniegas para narrarle su infancia infeliz.

Su primera edición, en abril de 2012, fue de unos 3 mil ejemplares. Pero, después de un año, ha sido tal la acogida que ya va por la tercera edición. Hasta ahora, unos 14 mil colombianos han pagado $35.000 para leer la dramática infancia de la artista.

Es, claro, toda una hazaña si se tiene en cuenta que se trata de una editorial pequeña con escaso presupuesto para la promoción de sus títulos. Pero, en Argentina un ‘bestseller’ logra que, en un mismo año, sean 45 mil las personas que arrebatan un libro de moda de los estantes de las librerías.

Los colombianos prefieren libros de superación

El éxito que ha tenido ‘Memorias por correspondencia’ va por el mismo camino, en términos comerciales, de libros como ‘El olvido que seremos’, de Héctor Abad Faciolince, que alcanzó la edición número 34 e incluso fue editado en versión audiolibro. Y, más recientemente, de ‘La luz difícil’, de Tomás González y ‘Lo que no tiene nombre’, de Piedad Bonnett.

Lo cuenta Andrés Sarmiento, director de Mercadeo y Comunicaciones de Prisa Ediciones, uno de los grupos editoriales más grandes en castellano: agrupa a Alfaguara, Taurus, Aguilar, Suma de Letras y Alfaguara Infantil y Juvenil.

En el caso del libro de Bonnett, “la primera edición, que fue de unos 5 mil ejemplares, se agotó en menos de tres semanas. Lo que sucede con libros como estos es que responden a una fórmula que ha funcionado bien: hablan de conflictos íntimos y familiares y eso le gusta al lector promedio colombiano”, dice Sarmiento.

El escritor Afanador ve esta realidad de la industria editorial con ojos menos benévolos: “son libros de superación pero en estuche distinto, si se quiere, con mejor factura literaria y estética”.
Son —está seguro— libros emocionales donde al final, “como en todo libro de superación, hay una parábola: en el caso de Héctor Abad fue el perdón, en el caso de Piedad Bonnett y Tomás González, sobreponerse a un duelo”.

Esa reflexión la hace también el profesor Alberto Rodríguez, director en Cali de la Fundación Casa de la Lectura y Coordinador para el sur del país de Relata, la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa. “La fórmula de esos libros —cree— funciona en ventas porque nos asoman a una realidad y unos lenguajes que son fáciles de entender. Es como si el lector dijera: cuénteme una historia real de gente que se parezca a mi y entonces me leeré su libro”.

De alguna manera, piensa Rodríguez, es lo que permitiría comprender la gran acogida de autores como Ángela Becerra, que no gozan precisamente del afecto de la crítica literaria.

Planeta, editorial que imprime la obra de la autora caleña desde hace un par de años, tiene a ‘Memorias de un sinvergüenza de siete suelas’, su más reciente novela, como la segunda más vendida de los últimos meses.
Es entendible, explica Rodríguez: “Este no es solo un país que lee poco, sino que la minoría que lo hace no se va con consideraciones elevadas al momento de comprar libros. Ángela Becerra tiene un público ya conquistado (mujeres urbanas en su mayoría) que gustan de sus personajes estereotipados que les hablan de amores, desamores, la pareja, los hijos y asuntos de la vida cotidiana, casi al borde de la autoayuda, con historias que pretenden aleccionar, en un lenguaje básico, lineal, plano y sin riesgos literarios”.

Otro ejemplo de ese tipo de propuestas editoriales ha sido el fenómeno en ventas de ‘Cincuenta sombras’, del que Cali no ha sido ajeno. Que lo diga Margarita Torres, una compradora desprevenida que llegó hasta la Librería Nacional de la Plaza de Cayzedo, una tarde de viernes, dispuesta a pagar los $46.000 que cuesta el tercer libro de esta saga erótica: ‘Cincuenta sombras liberadas’.

“Desde que leí el primer libro quedé conectada. No soy muy buena lectora y a pesar de que estos libros son largos, son tan entretenidos que a uno se le van rápido las páginas. Yo leo mientras mis hijos duermen o están en el colegio”, asegura esta arquitecta de profesión, hoy dedicada por completo a las labores del hogar.

Es una escena que no se le hace extraña a Víctor Serna, administrador de esta librería, una de las más grandes de la ciudad. Cuenta que desde hace unos seis meses se venden diariamente entre 8 y 10 libros de la saga. “Quienes la compran son mujeres. Vienen averiguando exactamente por ese libro. Uno les pregunta por otros títulos, pero no, ‘Cincuenta sombras’ es lo único que les interesa”.

Junto a la saga —célebre más por ser literatura erótica para amas de casa que por sus bondades literarias—, Víctor asegura que en las últimas semanas otros libros que se han vendido como arroz han sido ‘Persiguiendo el sol’, biografía de Juanes, otras de la Santa Laura y el Papa Francisco; ‘Colombia, cocina de regiones’, una lujosa edición que repasa la riqueza gastronómica del país; las novelas ‘Hot sur’, de Laura Restrepo y ‘Memorias de un sinvergüenza de siete suelas’, de Ángela Becerra; y el relato ‘Lo que no tiene nombre’ de Piedad Bonnett’. Eso sin contar, agrega el librero, “libros de autoayuda de moda como ‘¿Qué tiene ella que no tenga yo?’, del Padre Alberto Linero, que se ha vendido muy bien”.

Para Afanador, “no hay que darse muchos golpes de pecho” preguntándonos porqué los colombianos leen lo que leen. Es sencillo: “al lector promedio le gusta asomarse a un espejo que le devuelva una imagen fácil. Si autores como Juan Gabriel Vásquez o Ricardo Silva Romero —que son muy buenos escritores, aunque no los más vendidos— le van a complicar mucho la vida con sus libros, si lo van a poner a pensar, él preferirá la televisión o, en el mejor de los casos, el cine”.

Los colombianos no entienden lo que leen

La raíz de la escasa lecturabilidad de los colombianos es, para Jorge Orlando Melo —historiador, profesor universitario y otrora director de la Cámara Colombiana del Libro— que “a los colombianos no se les enseña a leer bien, nuestros estudiantes tienen niveles de comprensión de lectura precarios. ¿Cómo entonces esperamos que sean buenos lectores?”.

El actual director de la Cámara del Libro, Enrique González, va más allá y culpa a los padres de familia de no inculcar el valor por la lectura en los hogares y a los “profesores, que pretenden formar alumnos en la lectura sin ellos mismos buenos lectores”.

Es la misma preocupación de la Fundación para el Fomento de la Lectura, Fundalectura. De Claudia Rodríguez, subdirectora de programas de formación de la entidad. “El panorama inquieta: no solo tenemos un modelo pedagógico que no se ha renovado en los últimos 50 años, sino que ese modelo le entrega todo molido al profesor, a quien le llega una guía en la que le explican de qué se trata el libro que después él pretende que sus alumnos se lean completico”.

No es una angustia infundada. El pasado mes de febrero, un informe publicado en el diario francés Liberation le dio una bofetada al sistema educativo colombiano: señaló que seis de cada diez escolares no comprenden lo que leen. “Así este artículo hubiera sido escrito en español, los alumnos colombianos no lo entenderían”, se leía en la publicación.

La cifra nació de un estudio, el Pris, realizado en 45 países por la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo, en el que Colombia ocupó el vergonzoso puesto 43.

Consciente de esa realidad, la maestra Claudia Rodríguez cree, sin embargo, que el país está haciendo esfuerzos por hacerle frente. “Aún es una tendencia muy tímida, pero lo que noto es que cada vez más las familias están siendo sensibles frente a la importancia de formar buenos lectores y no dejar esa tarea exclusivamente en manos de la escuela”.

No todo está perdido

Detrás de la cifra de 1,9 libros per cápita —“la única que ventilan los medios de comunicación”— hay otros números que son más esperanzadores, según Rodríguez.

En los pequeños municipios, por ejemplo, se encontró que para un 44,4% de los niños y jóvenes encuestados, entre los 5 y los 11 años, la biblioteca pública es el lugar que más les gusta para pasar el tiempo libre. “Eso es una buena señal”, sostiene la pedagoga.

Lo es además que, de acuerdo con la misma encuesta, aumentara en esa franja de la población la frecuencia con la que aparentemente los muchachos colombianos leen: “en 2010, un 19,4% confesó leer todos los días. En 2012 lo hicieron 22,2%”.

También destaca que un 72,8% de los niños mayores de 12 años confesara que lee por gusto; un 40,6% para su desarrollo personal y un 37,5% por exigencia escolar. “Es más —dice— mermó el porcentaje de aquellos que dicen que leer les parece aburrido: en 2010 lo creía así un 63%, para 2012 llegó a 44,4%. Mi teoría es que una cosa es que se lean pocos libros y otra que los colombianos no lean. Lo que las cifras no muestran en realidad es qué se está leyendo”.

Una percepción similar le quedó a Andrés Sarmiento, de editorial Alfaguara, tras observar la devoción con la que decenas de adolescentes se acercaron a la pasada Feria del Libro de Bogotá para conocer a Tonya Hurley, norteamericana, autora de ‘Ghostgirl’, libro sobre jóvenes vampiras.

“Fue impresionante la cantidad de chicos que llegaron, nos tocó hasta buscar un salón más grande. Muchos de ellos habían leído el libro en su versión original, en inglés. Eso demuestra dos cosas: los jóvenes no van a leer lo que los adultos les impongamos; tienen sus gustos y lo que hay que hacer es aprovecharlos para fomentar en ellos la lectura. Lo segundo es que ya no esperan a que el papá les lleve el libro a la casa; si a ellos les entusiasma un libro, como ha pasado con la saga de Harry Potter, por ejemplo, serán ellos mismos los que irán por él”.

Puede ser. Otros, derrotados por completo ante la avalancha del mundo digital, creen que la esperanza del libro y del hábito de la lectura es el e-book. Pero aún falta mucho para eso, al menos en Colombia. En cuanto a autores colombianos, los más vendedores en AppStore son Daniel Samper, Héctor Abad Faciolince y Alberto Salcedo. Sus libros se consiguen hasta en $25.000, 40% más baratos de lo que puede costar la versión en papel.

¿Qué tanto leemos, pues, los colombianos? Podría creerse, a juzgar únicamente por las cifras que llegan de todos lados, que muy poco. La única certeza es que la última página de este debate aún no ha sido escrita. Ni leída.

**Tomado de El País.com.co  http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/tanto-leemos-colombiano?utm_source=twitter&utm_medium=twitter-pais&utm_campaign=ampliar-noticia


martes, 21 de mayo de 2013

Con toda por la lectura

Programa ¡a Leer!

Dentro de nuestras actividades tendientes a incentivar el placer y hábito de la lectura, una de las más exitosas   y de alta valoración por nuestros usuarios es el  Programa ¡A LEER!

Dirigido a los colaboradores UAO, el programa consiste en llevar libros de literatura, entretenimiento y difusión científica al escritorio de los colaboradores.

Les presentamos un vídeo donde las personas que han hecho uso del servicio expresan cómo han disfrutado de la lectura de los libros escogidos y las opiniones respecto al servicio:





Si deseas inscribirte, te dejamos toda la información de interés



lunes, 6 de mayo de 2013

Formación de Usuarios - DHI


Para el Censei, la formación de usuarios, Desarrollo de Habilidades de Información (DHI), es una de las actividades estratégicas, contemplada en su Plan de Desarrollo 2013-2015. Estamos convencidos de que de nada vale tener muchos recursos de información, bases de datos, suscripciones a revistas, acceso a Internet, etc., si nuestros usuarios no saben identificar lo que necesitan, recuperarlo y usarlo adecuadamente para generar nuevos conocimientos.


Es por esto que hemos continuado y reforzado el esfuerzo de mejorar las habilidades de acceso y uso de información para los estudiantes de la UAO. Junto con el Departamento de Lenguaje, a través de las clases Comunicación Oral y Escrita, y Expresión Oral y Escrita, hemos podido llegar a un 96% de los estudiantes de primer semestre.

A continuación presentamos algunos datos estadísticos que dan cuenta de la gran labor realizada este semestre.

  • Se desarrollaron 85 capacitaciones a estudiantes de primer semestre para un total de 1.673 estudiantes capacitados en los diferentes niveles de formación.
  • Se desarrollaron 33 capacitaciones a estudiantes de otros semestres para un total de 1.994 estudiantes capacitados en los diferentes niveles de formación.
  • Se han desarrollado 6 capacitaciones a estudiantes de maestrías y especializaciones.
  • Se han capacitados 83 Docentes.Se han capacitados  27 Empleados.
  • Se realizaron capacitaciones personalizadas, para un total de 643 estudiantes de los cuales 127 son de primer semestre y 516 de otros semestres.


Hacemos llegar nuestro agradecimiento por su empeño y compromiso a la Profesora Claudia Alexandra Roldan, Jefe del Departamento de Lenguaje y a la Docentes Beatriz Elena Calle, esperamos seguir contando con su apoyo en el próximo semestre.

Igualmente resaltar el trabajo realizado por Maira Vallejo y el grupo de Servicios al Público quienes desarrollaron esta labor con mucha calidad, entusiasmo y compromiso.