Mejor título no le hubieran podido poner a este artículo publicado en la versión digital de el diario El País, de España. Para los que consideramos las Bibliotecas como espacios vivos, abiertos, dinámicos; llenos de oportunidades para el aprendizaje, la cultura y el goce estético, ese concepto anquilosado de ‘Templo del Conocimiento‘ o ‘Casa del Saber‘ debe replantearse.

Compartimos con nuestros lectores este artículo donde se cuenta la experiencia de una Biblioteca de un país tan avanzado como Finlandia. No debemos olvidar que los países del norte de Europa son considerados los más avanzados en temas de educación, donde las Bibliotecas tienen una altísima valoración social y cultural.
Las nuevas bibliotecas ya no son iglesias
TEREIXA CONSTENLA Madrid 14 JUN 2015 - 00:19 CEST

En la Biblioteca 10 de Helsinki se puede leer en una hamaca, hacer negocios, coser a máquina, bailar, digitalizar formatos decadentes como casetes y cintas de VHS, tocar la guitarra o echar una siesta. Se puede casi cualquier cosa que jamás habría pensado hacer en una biblioteca. Se puede porque su director, Kari Lämsä, pensó que en el nuevo mundo hay poco espacio para las viejas bibliotecas y mucho para las aventureras: “Tenemos que redefinir el papel que desempeñamos. Tenemos que ayudar a la gente, ser amigables, a veces somos demasiado formales y oficiales. Tenemos que decidir junto a los usuarios que materiales adquirimos y que necesitan. Yo no veo la biblioteca como una sala de estar sino como una cocina, donde cada uno trae ingredientes y cada día sale un menú distinto”. Ellos han dicho definitivamente adiós al almacén de libros.

Finlandia. Un país de lectores. Tiene unos 5,5 millones de habitantes y una biblioteca pública, al menos, en cada uno de sus 836 municipios. En Helsinki, la capital, residen 600.000 personas, que tienen a su disposición 36 bibliotecas.
Estados Unidos. Hay una red de más de 9.000 bibliotecas públicas —suben hasta 119.000 si se agregan escolares, académicas, militares y gubernamentales— para atender un gigante de 319 millones de habitantes. En California, donde está ubicada San José (un millón de habitantes), se contabilizan 181 bibliotecas públicas.
Alemania. Con 82 millones de habitantes (en Wuerzburg, localidad bávara, viven 130.000 habitantes), el país tiene 7.875 bibliotecas públicas.
España. Existen 4.771 bibliotecas públicas (53 estatales, 70 autonómicas y las restantes, municipales) para una población de 46 millones de habitantes.

El éxito de Lämsä puede medirse: reciben 2.000 usuarios al día en una ciudad con 600.000 habitantes y 36 bibliotecas. La mitad de sus usuarios tienen entre 25 y 35 años. El sueño de cualquier bibliotecario, que observa cómo los grandes lectores que son los niños huyen al crecer. “Es una preocupación de casi todas las bibliotecas, que ven cómo los niños dejan de ir a ellas cuando llegan a la adolescencia”, apunta Luis González, director general adjunto de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez.



La revolución de Anja Flicker, al frente de la biblioteca pública de Wuerzburg (Alemania) desde 2010, fue de otra índole. Logró que sus 40 empleados, en los que abundaba un perfil de veteranos desinteresados hacia la cultura digital, afrontasen una inmersión paulatina que ha resultado ejemplar. “No podíamos dejar a nadie atrás. Ha sido un proceso duro y lento, pero no tiene marcha atrás. Como bibliotecarios hemos de ser capaces de formar a nuestros usuarios en tecnologías y antes había que preparar al equipo”, contó Flicker, que recurre a un verso de Hilde Domin, una poeta huida del nazismo, para resumir su filosofía: “Puse el pie en el aire, y él me sostenía”.
Texto original aquí: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/06/13/actualidad/1434216067_290976.html
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