Este artículo habla de la necesidad de que desde pequeños se establezca un vinculo entre el libro en papel y el niño. Por eso la Biblioteca tiene un taller dirigido a niños que se llama. Mundo Mágico de la Lectura. En este espacio, que busca promover y fomentar la lectura con énfasis en los niños, han participado más de 25 niños en cerca de 35 talleres desde que se inició hace ya año y medio. Igualmente, estos niños han devorado literalmente, más de 150 libros de literatura infantil que nos presta Comfandi a través de su programa de Cajas Viajeras.
¿Será que nuestros niños prefieren libros o tabletas para leer? ¿Aprenden más con un libro en la mano que con una tableta? Sigamos la discusión...
El cerebro humano puede percibir un texto en su totalidad
como una especie de paisaje físico. Cuando leemos, construimos una
representación mental del texto. Al pasar las páginas de un libro de papel, se
realiza una actividad similar a dejar una huella tras otra por un sendero, hay
un ritmo y un registro visible del transcurrir de las hojas impresas.
Por Enrique Majul
La reconocida revista Scientifican American publicó un artículo que
pretende explicar esta paradoja: en la época de la hiperconectividad, cuando
cada vez tenemos más equipos que nos permiten leer y contamos con acceso a
bibliotecas enteras en formato electrónico, muchos siguen prefiriendo el papel.
El libro tradicional, la revista, el diario, siguen siendo favoritos. Y
aunque resulte difícil de creer, como docente universitario escucho
frecuentemente la pregunta de muchos alumnos jóvenes: “¿En qué libro lo puedo
leer, profe?”.
Muchos trabajos hablan de que en pantalla se lee más lentamente y,
además, se recuerda menos. Hay “fisicabilidad” en la lectura, dice Maryanne
Wolf de la Universidad de Tufts.
Las
personas necesitan sentir el papel al leer, el cerebro lo pide
inconscientemente.
Nosotros no hemos nacido con circuitos cerebrales dedicados a la
lectura, porque la escritura se inventó hace relativamente poco tiempo en
nuestra evolución: alrededor de cuatro milenios antes de Cristo. En la niñez,
el cerebro improvisa nuevos circuitos para leer y para ello usa parte de otros
dedicados al habla, a cuya habilidad se suma la coordinación motora y la
visión.
El cerebro comienza a reconocer las letras en base a líneas curvas y
espacios y utiliza procesos táctiles que requieren los ojos y las manos. Los
circuitos de lectura de los niños de 5 años muestran actividad cuando practican
la escritura a mano, pero no cuando se escriben las letras en un teclado.
Más allá de tratar a las letras individuales como objetos físicos, el
cerebro humano puede percibir un texto en su totalidad como una especie de
paisaje físico. Cuando leemos, construimos una representación mental del texto.
La naturaleza exacta de tales representaciones permanece clara, pero algunos
investigadores creen que son similares a un mapa mental que creamos de un
terreno, como montañas y ciudades, y de espacios físicos de interior, tales como
departamentos
y oficinas.
En paralelo, en la mayoría de los casos, los libros de papel tienen una
topografía más evidente que el texto en pantalla. Un libro de papel abierto
presenta dos dominios claramente definidos: páginas de izquierda y derecha y un
total de ocho esquinas en las que uno se orienta. Al pasar las páginas de un
libro de papel se realiza una actividad similar a dejar una huella tras otra
por un sendero, hay un ritmo y un registro visible del transcurrir de las
hojas. Todas estas características permiten formar un mapa mental, coherente,
del texto.
En contraste, la mayoría de los dispositivos digitales interfieren con
la navegación intuitiva de un texto y a pesar de que los e-readers (libros
electrónicos) y tabletas replican el modelo de páginas, estas son efímeras.
Una
vez leídas, esas páginas se desvanecen.
“La sensación implícita de dónde usted está en un libro físico se vuelve
más importante de lo que creíamos”, dice el artículo de la Scientifican
American . También pone en cuestión que los fabricantes de
libros electrónicos hayan pensado lo suficiente sobre cómo es posible
visualizar dónde está el lector en un libro.
En un trabajo sobre comprensión de texto, al comparar alumnos que
leyeron en papel con otros que leyeron un texto en versión PDF en la pantalla,
se concluyó que los primeros tuvieron mejor rendimiento.
Otros investigadores están de acuerdo con que la lectura basada en
pantallas puede empeorar la comprensión, ya que es mentalmente más exigente e
incluso físicamente más cansadora que la lectura en papel. La tinta electrónica
refleja la luz ambiental al igual que la tinta de un libro de papel, pero las
pantallas de ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas hacen brillar la
luz directamente en los rostros de las personas y la lectura puede causar
fatiga visual, dolores de cabeza y visión borrosa. En un experimento realizado
por Erik Wästlund, de la Universidad de Karlstad en Suecia, las personas que
tomaron una prueba de lectura comprensiva en un equipo electrónico obtuvieron calificaciones
más bajas e informaron mayores niveles de estrés y cansancio que las personas
que completaron en papel.
Las investigaciones más recientes sugieren que la sustitución del papel
por pantallas a una edad temprana tiene desventajas. En 2012, un estudio en el
Joan Ganz Cooney Center en la ciudad de Nueva York reclutó 32 parejas de padres
e hijos de 3 a 6 años de edad. Los niños recordaron más detalles de las
historias que leyeron en el papel pese a que las digitales estaban
complementadas con animaciones interactivas, videos y juegos, que en realidad
desviaban la atención lejos de la narrativa.
Como resultado de un trabajo que involucró el seguimiento de una
encuesta de 1.226 padres se informó que, al leer juntos, la mayoría de ellos y
sus niños prefirieron libros impresos sobre los libros electrónicos. Al leer
los libros de papel a sus niños de 3 a 5 años de edad, los niños podían relatar
la historia de nuevo a sus padres, pero al leer un libro electrónico con
efectos de sonido, los padres con frecuencia tuvieron que interrumpir su
lectura para pedir al niño que dejara de jugar con los botones y recuperara la
concentración en la narración. Tales distracciones finalmente impidieron
comprender incluso la esencia de las historias.
Muchas personas aseguran que cuando realmente quieren centrarse en un
texto, lo leen en papel. Por ejemplo, en una encuesta realizada en 2011 entre
estudiantes de posgrado en la Universidad Nacional de Taiwan, la mayoría
aseguró que navegaba algunos párrafos de un artículo en línea antes de imprimir
todo el texto para una lectura más a fondo. Y en una encuesta realizada en 2003
en la Universidad Nacional Autónoma de México, cerca del 80 por ciento de los
687 estudiantes dijo preferir leer el texto impreso.
Encuestas e informes sobre los consumidores sugieren que los aspectos
sensoriales de la lectura en papel importan a la gente más de lo que cabría
suponer: la sensación de papel y tinta; la opción de suavizar o doblar una
página con los dedos, el sonido distintivo de pasar una página, la posibilidad
de subrayar, de detenerse y tomar nota, hacen que se elija más el papel. Para
compensar este déficit sensorial, muchos diseñadores digitales tratan de hacer
que la experiencia de los lectores electrónicos –en inglés, e-reader– esté
tan cerca de la lectura en formato de papel como sea posible.
La composición de la tinta electrónica se asemeja a la química típica de
la tinta, y el diseño sencillo de la pantalla del Kindle (una marca de libro
electrónico) se parece mucho a una página en un libro de papel. Sin embargo,
estos esfuerzos –que fueron replicados por su competidora Apple iBooks– hasta
ahora tienen más efectos estéticos que prácticos.
El desplazamiento vertical puede no ser la forma ideal de navegar un
texto tan largo y denso como en los libros de muchas páginas, pero medios como
el New
York Times , el Washington Post y ESPN crearon
atractivos artículos, altamente visuales, que no pueden aparecer en la
impresión, ya que combinan texto con películas y archivos de sonido.
Es probable que el organismo de los nuevos nativos digitales cree otras
redes neuronales que les permitan preferir lo electrónico al papel, pero
mientras tanto, hoy el resto de la población sigue prefiriendo el contacto con
las históricas hojas.
http://www.lavoz.com.ar/temas/por-que-el-cerebro-prefiere-el-papel
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus opiniones nos interesan